Cuando era niño mi abuelo me regalaba sus costumbres de labriego, la paz musgosa del invierno y un volantín para septiembre.
Me enseñó a hallar sonrisas entre la gente triste a cantar con los queltehues un himno a la madrugada; a correr por los caminos sin huella y trepar los columpios del sauce en el estero.
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Cuando era niño
mi abuelo me regalaba
sus costumbres de labriego,
la paz musgosa del invierno
y un volantín para septiembre.
Me enseñó
a hallar sonrisas
entre la gente triste
a cantar con los queltehues
un himno a la madrugada;
a correr
por los caminos sin huella
y trepar los columpios
del sauce en el estero.
Mi abuelo me regalaba
solamente
cosas buenas.
Pablo Cassi.
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