¡Que fragancia daba el bosque aquel otoño tranquilo!. Todo el campo era una almohada de hojas, de retama y pino, que yo pisaba y pisaba transportado, como un pájaro mecido. Las más secas resonaban, las verdes se iban prensando al peso del cuerpo hundido. Mi flama se fue llenando de aquel olor mortecino que daban las hojas secas las retamas y los pinos, y las piñas y los piñones y hasta los cardos vecinos. ¡Qué fragancia daba el bosque de aquel otoño tranquilo!
3 comentarios:
El aire no fue el mismo
cuando el hombre se marchó
Semillas del futuro
brotando desde el mar
Raíces del pasado
naciendo una vez más
Nada será lo mismo,
porque el hombre ya no está
Pintaremos el futuro
de color una vez más
¡Que fragancia daba el bosque
aquel otoño tranquilo!.
Todo el campo era una almohada
de hojas, de retama y pino,
que yo pisaba y pisaba
transportado, como un pájaro mecido.
Las más secas resonaban,
las verdes se iban prensando
al peso del cuerpo hundido.
Mi flama se fue llenando
de aquel olor mortecino
que daban las hojas secas
las retamas y los pinos,
y las piñas y los piñones
y hasta los cardos vecinos.
¡Qué fragancia daba el bosque
de aquel otoño tranquilo!
Preciosa la imagen, bellísimas las palabras...
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